miércoles, 24 de febrero de 2010
2.- Pensamiento crítico
¿Cuál es la montaña más alta de la Tierra?
A esta pregunta, lo normal sería responder: el Everest que, con sus 8.850 metros de altitud, ha sido tradicionalmente considerado como la mayor montaña terrestre. Eso es cierto si se considera al Everest como el punto de mayor elevación de la superficie terrestre pero, si somos rigurosos, no puede tomarse como la montaña más “alta”. ¿Qué es una montaña? Siendo muy simples y recuriendo al latín, montaña provendría de mons, montis, esto es, elevación natural y accidentada del terreno. Por ejemplo, en Marte, el Monte Olimpo, la montaña más elevada del Sistema Solar, asciende, desde la planicie en la que se basa, unos 27 kilómetros. Pues bien, si miramos al planeta Tierra, sin océanos, la montaña más elevada, midiendo la distancia entre su base hasta la cumbre, sería el volcán Mauna Kea, de Hawaii. Oficialmente, tiene unos 4.200 metros de altitud, pero eso, naturalmente, está medido desde el nivel del mar. Si se considera su tamaño completo, incluyendo la porción sumergida, esa cifra alcanzaría más de 10.000 metros, más imponente, sin duda, que el Everest
¿Sólo usamos el 10% de nuestro cerebro?
Es totalmente falso que sólo utilizamos un 10% de nuestro cerebro. Útilizamos el 100%, eso sí, no de forma simultánea. (De hecho, sólo en grandes ataques epilépticos es cuando se puede llegar a utilizar el 100% del cerebro al unísono). Al igual que pasa con nuestros músculos, utilizamos las regiones del cerebro según la actividad que estemos realizando. A mayor complejidad, mayor uso del cerebro. Los incontables TACs y resonancias magnéticas que se han hecho para estudiar la actividad eléctrica a lo largo de décadas así lo demuestran.
Quizás una de las razones por las que surgió el mito fue que algunas personas tergiversaron la afirmación de que utilizamos el 10% de nuestro cerebro de forma consciente, mientras que el 90% restante es inconsciente (se encarga de tareas como controlar las pulsaciones del corazón, el peristaltismo intestinal, la dilatación o contracción de las pupilas, etc). Al final se trastocó todo eso y quedó como el mito de ahora.
¿Es más fácil encontrar novia en Londres que una civilización extraterrestre?
Las matemáticas no engañan.
Según el economista británico Peter Backus, encontrar la novia ideal en una urbe moderna es igual de problemático que contactar con extraterrestres.
Así lo afriman los cálculos de ambas probabilidades con la ecuación de Drake. “Las civilizaciones extraterrestres son raras pero hay algo que parece más raro todavía: una novia”, afirma Backus.
El radioastrónomo estadounidense Frank Drake ideó en 1961 una fórmula para estimar la cantidad de civilizaciones “detectables” en nuestra galaxia. Backus sustituyó los parámetros de la ecuación con el porcentaje de las británicas que por la edad, características físicas, nivel educacional y otros factores podrían ser para él una novia ideal.
El resultado fue desalentador para el científico: “La probabilidad de que me encuentre esta noche en Londres a una de estas personas especiales es de un 0,00034%”. Es casi 100 veces superior a la de entablar contacto con una civilización extraterrestre – 0,000003%, según la fórmula de Drake – pero aún así “sólo hay una probabilidad entre 285.000
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